Muchas flores han servido de inspiración para dar lugar a los más bellos poemas o canciones. En Julián Martín, si hay una flor que nos inspira, esa es la flor de la Candela. Una diminuta flor amarilla que engalana las encinas en primavera y que sin ella el fruto estrella de la dehesa, no podría existir.
La Candela es una flor que diferencia a la encina de los demás árboles de la especie quercus. Su correcto proceso de crecimiento es determinante a la hora de dar su fruto, la bellota, base de la alimentación del cerdo ibérico.
Mucha gente no sabe que el periodo de desarrollo de esta flor es fundamental para controlar el crecimiento y maduración de las bellotas, por lo que son, sin lugar a duda, la mejor referencia para saber si la encina dará frutos de calidad y en abundancia.
Crecimiento y maduración
La Candela, florece a partir de marzo o abril en función de las temperaturas. Una característica que la hace tan particular es su color dorado, el cual genera un impacto visual que hace que la dehesa se llene de tonos amarillentos. Su aparición marca el inicio de crecimiento de las bellotas
A medida que pasan los meses, las hojas se secan y se van oscureciendo, hasta que llega el otoño y con él esos tonos marrones y ocres tan característicos de esta época del año.
Será el mes de octubre, el momento de maduración óptimo de las bellotas, que acabarán en el suelo de la dehesa, listas para que sus comensales, los cerdos ibéricos, cuenten con el alimento necesario durante la montanera.