Ya han pasado las Navidades y toca volver a la rutina.
Como a estas alturas ya estamos todos un poco saturados de tantas comidas y de los excesos navideños, en el post de hoy no vamos a hablar ni de jamón, ni de embutidos, ni nada que tenga que ver con comida (aunque del jamón ibérico nunca nos cansamos)
Hoy vamos a profundizar en uno de los elementos más importantes no solo de nuestro trabajo, si no de la naturaleza y el medioambiente: La Dehesa.
Tanto los que lleváis un tiempo leyéndonos como los que estáis más familiarizados con el sector, sabéis que la dehesa es un factor clave en el desarrollo del cerdo ibérico y, por tanto, en el sabor final del jamón ibérico.
Sin embargo, la dehesa es mucho más que el hogar del cerdo ibérico.
Tanto es así que ocupa más de 4,5 millones de hectáreas entre España y Portugal. Algo tan grande, tiene que tener infinidad de cosas buenas, ¿no crees?
¿Qué es la dehesa?
En palabras textuales de la RAE, la dehesa es la “Tierra generalmente acotada y arbolada, por lo común destinada a pastos”
Está bien como resumen, pero a nosotros esta definición se nos queda corta.
La dehesa es un gran espacio natural donde conviven una gran diversidad de seres vivos. Es el punto de unión entre plantas, animales y los propios seres humanos.
Si hablamos de vegetación podemos encontrar, en su mayoría, encinas y alcornoques, además de matorrales y otros árboles como fresnos y pinos.
Un dato interesante que quizá no sabías, es que los árboles pueden llegar a vivir hasta 250 años.
En cuanto a especies animales, además del cerdo ibérico, también se crían otras razas vacunas autóctonas, como es el caso de la Morucha, raza autóctona salmantina por excelencia.
Y no podemos olvidarnos del toro bravo. Este animal nace y pasa la mayor parte de su vida en las dehesas, entre las más de doscientas ganaderías que existen actualmente en España.
Aunque originariamente la dehesa era entendida como una serie de terrenos destinados a la ganadería, hoy en día se trata de un ecosistema único con miles de recursos agrícolas, ganaderos y forestales aprovechables.
¿Por qué son tan importantes las dehesas?
El aprovechamiento ganadero
El fin principal de las dehesas es el de destinar sus tierras al pastoreo de las razas autóctonas. Sus beneficios no son sólo económicos, sino también ecológicos.
El ganado vacuno, por ejemplo, mantiene y mejora los pastos de los que se alimenta y mantiene la fertilidad de los suelos. Mientras que los cerdos ibéricos, se alimentan de las hierbas y bellotas a pié de árbol.
El aprovechamiento agrícola
Aunque se trata de una actividad secundaria, los cultivos de cereales como el centeno, la cebada o la avena, sirven de alimento para los propios animales e impiden el crecimiento de matorrales y vegetación indeseada.
Por su puesto, también se obtiene un beneficio económico, ya que los terrenos normalmente son arrendados por agricultores para trabajar las tierras
El aprovechamiento forestal
¿Alguna vez has sentido el placer de sentarte frente al calor de una chimenea? Debes saber que esto es gracias al corcho que proviene de la poda de los alcornoques en las dehesas.
Por no hablar de otros productos tan apreciados como la miel, el polen o la cera. La abundancia de flora melífera en las dehesas también contribuye de forma complementaria al estado de la vegetación.
El aprovechamiento turístico
Rutas y senderismo, escapadas rurales, observación de la fauna… son muchas las iniciativas que en los últimos años se están llevando a cabo para dar a conocer y poner en valor el patrimonio cultural asociado a las dehesas.
Aunque en este aspecto hay cierta controversia.
Hay quienes están a favor y piensan que puede favorecer la economía y, por el contrario, algunos opinan que “invadir” la naturaleza de esta manera podría suponer la eliminación del ecosistema.
Nosotros, personalmente, creemos que es una gran forma de potenciar el acceso a las zonas rurales y de que la población conozca la importancia que supone cuidar nuestras dehesas.
¿Qué ocurre si nos olvidamos de las dehesas?
Las producciones de la dehesa dependen de los árboles. Para hacer frente a su envejecimiento es importante llevar a cabo prácticas como por ejemplo:
La mayoría, por no decir todos, de los recursos dependen directamente del tiempo, más concretamente, de la lluvia. Sin lluvia los pastos no crecen y sin pastos el ganado no come.
Además de esto, existen otros factores igual de importantes, como la seca, el abandono de la explotación tradicional de la ganadería o la falta de aprovechamiento de los recursos. Pero esto lo trataremos en más profundidad en otro artículo.
Otro de los grandes problemas es el envejecimiento de los árboles. Las producciones de la dehesa dependen de ellos y por eso es importante llevar a cabo buenas prácticas para evitarlo, como por ejemplo:
- Regeneración del arbolado
- Evitar actividades que dañen el árbol
- Evitar la sobreexplotación
- Realizar un correcto pastoreo, sin cargas ganaderas que degraden el suelo e impidan el crecimiento del árbol.
En resumen, una dehesa es cultura, es riqueza económica, es un fuerte aliado contra el cambio climático y, además, es el origen de productos únicos de nuestra gastronomía.
¡Nos vemos en el siguiente post!